23.6.07

...eso de extrañar...

“..eso de extrañar, la nostalgia y todo eso es un verso, no se extraña un país, se extraña un barrio en todo caso, pero también lo extrañás si te mudas a diez cuadras, (…) la patria es un invento; qué tengo que ver yo con un tucumano o con un salteño, son tan ajenos a mi como un catalán o un portugués, son estadísticas, números sin cara. Uno se siente parte de muy poca gente: tu país son tus amigos y eso si se extraña pero se pasa. Lo único que yo te digo es que cuando uno tiene la chance de irse de Argentina la tiene que aprovechar, es un país donde no se puede ni se debe vivir, te hace mierda, si te lo tomas en serio, si pensás que podés hacer algo para cambiarlo te haces mierda. Es un país sin futuro, un país saqueado, depredado y no va a cambiar, los que se quedan con el botín no van a permitir que cambie…
-…que la patria es un verso estoy de acuerdo, pero en lo otro sos muy pesimista, todo puede cambiar en la Argentina no creo que estemos mucho peor que otros países…
- …pero Argentina es otra cosa, no es un país , es una trampa, (…) lo que vos dijiste puede cambiar… la trampa es que te hacen creer que puede cambiar… lo sentis cerca, ves que es posible, que no es una utopía, es ya, mañana, y siempre te cagan, vienen los milicos y matan 30000 tipos, o viene la democracia y las cuentas no cierran y otra vez a aguantar y a cagarse de hambre y lo único que podes hacer, lo único que podes pensar es en tratar de sobrevivir o de no perder lo que tenes. El que no se muere se traiciona y se hace mierda. Y encima te dicen que somos todos culpables…”
De la película “Martín (H)” > Adolfo Aristarain


Pintame de rojo. No quiero colores tibios.
No quiero acordes nostálgicos ni arrabales con niebla frente al río.
No quiero calles del bajo ni casa de pantera rosa.
No necesito sobriedad ni colores de bebé.
Quiero carnaval sin control, paleta de colores sin límite de matices.
Acá el sol no calienta porque está dibujado,
apretado entre dos barras que algunos dicen son el cielo.
Mi esencia se construyó con un barrio que hoy no existe,
con una voz que ya no puede cantarme tangos,
con miles de tardes en la vereda y el tesoro infantil más valioso:
no tener conciencia de la muerte.
Alguna mano gigante me levantó de ese tablero que era mío
y me sostuvo en el aire dieciocho años sin saber donde reubicarme,
buscándome un nuevo escenario y matándome despacio
con el vértigo de sentirme suspendida,
sin pies en tierra pero tampoco sin vuelo.
Ya es hora de volver al juego,
de poner las patitas en ese tablero
que tiene las piezas cambiadas pero que siento mías.
Es momento de revertir la historia:
me cantaron varios “jaque al rey” pero ahora,
el “mate” lo doy yo.
-

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